martes, 16 de julio de 2013

Dolor, desagarro y resurrección para el nacimiento de unas alas.

Últimamente he tenido el blog un poco parado, será porque éste, en muchas ocasiones está hecho con la tinta de mi emoción. Y últimamente me había escaseado.
La vida siempre es una gran maestra, buena y generosa. Pero a veces, es dura y disciplinada, nos arrodilla, y nos enseña que para llegar a volar, muchas veces hay que llorar las alas.

Cuando miramos al cielo y vemos a los grandes, sólo vemos el brillo que deja su estela al pasar, sus plumas doradas bajo el sol y nos admiramos con su resplandor.
Siempre hablan de sus proezas, pero nunca cuentan el dolor que produce la piel cuando se desgarra, cuando las alas van a brotar y te encogen el cuerpo mientras duele. Nadie habla de los silencios que se guardan, de los desvelos en las noches y de los miedos que da lo que te brota detrás de la espalda y que aún no puedes ver. ¿Serán las alas blancas? ¿Serán plumas rotas? No es posible saberlo aún, y eso perturba...

Entonces viene a nuestro rescate la luz de la humildad, de la posibilidad de revisión, de cambio y de mejora.
La esperanza en el trabajo y el sueño de crecer. El orgullo es sensato y nos susurra "Tú puedes conseguirlo, todo lo que necesitas está en ti". Y poco a poco, te aferras a esas palabras, que día tras día se van a transformando en algo más que una oración, se llenan de verdad y se hacen realidad.

El lugar donde van a nacer las alas, cada vez duele menos y comienzas a prepararte para ese día.
Cada bocanada de aire, es vida que te mantiene a flote y la agonía disminuye. En su lugar se instala la fuerza y aprendes a dar gracias por ese reto que te ha puesto la vida, por esa transformación.

El día que por fin te nacen las alas, te das cuentas de lo grandes que son y de las ganas de volar que tienes. De como la vida siempre ha sido generosa conmigo, ya que puso en mi camino una crisálida donde transformarme para salir renovada con más fuerza. Y por ello, doy gracias.

Ahora se presenta un verano lleno de nuevos retos, en los que espero seguir usando mis alas. También espero que los demás encuentren las suyas, porque volando por el cielo, seguro que nos encontraremos.