Como he dicho antes, hoy mientras luchaba por descubrir mi esencia, me he dado cuenta que también estoy hecha de algo mucho más particular que lo anterior: cristal. Y de ahí la importancia de mi descubrimiento.
El cristal es brillante y transparente, frágil cuando se le golpea y cortante cuando se hace añicos. Es algo puro que no oculta nada de su interior, deja pasar toda la luz y no se guarda nada dentro de él. Puede guardar cualquier maravilla, y siempre la expondrá sin miedo a los demás, porque ahí está su magia, en poder enseñar todo lo que alberga en su interior aún sabiendo lo frágil que es.
Me gusta el cristal que tengo dentro de mi alma, uno que no oculta nada y que tampoco se puede romper en mil pedazos, uno que me hace brillar incluso en los días menos soleados y que me recuerda, que tengo una clase de luz que siempre estará conmigo. Así que amigos, gracias por los pedacitos de cristal transparente que me habéis ido dando...