Siempre que el año se va a ir, suelo revisarlo. Me gusta repasar
algunos de los momentos que en él he vivido, para poder clasificarlo después,
en el montón de años buenos o en el montón de los años regulares y casi malos.
Creo que es importante tener el valor y la humildad, de
poder echar la vista atrás y mirarlo desde lejos, para poder aprender una vez más, de todo lo vivido. Y así
poder decir ahora, que este, ha sido un año bueno.
Terminé proyectos importantes y he podido empezar otros. Reí y viajé con mis amigas, otras veces también lloré y he comenzado a entender de otra forma las despedidas. Que la distancia y los tiempos son relativos y no que siempre, lo que está lejos, no se siente cerca.
Terminé proyectos importantes y he podido empezar otros. Reí y viajé con mis amigas, otras veces también lloré y he comenzado a entender de otra forma las despedidas. Que la distancia y los tiempos son relativos y no que siempre, lo que está lejos, no se siente cerca.
Aprendí también, que muchos puntos finales
llevan suspensivos y que por el contrario, muchos suspensivos son finales.Que personas que he visto cada día, pueden seguir sorprendiéndome
tiempo después, y que los amores a
veces, se encuentran donde menos los buscas y como menos los esperas…
Yo este año he descubierto, que en el fondo, estoy relativamente
enamorada de los míos, por todas las cosas que me han dado a lo largo del
tiempo, por todas la veces que me han sorprendido y por los días y las noches
que en cualquier lugar y de cualquier modo han acabado haciendo mágicas. Será
que en ellas y ellos, hoy por hoy, está mi verdadero amor.
Será también, que
esto es la vida, estar en un lugar, vivir con lo vivido, con lo que tenemos y
con lo que está por vivir. Crecer cada día, reponerse y seguir andando el
camino, llenar la maleta de sueños con todos los recuerdos, aromas, fotos y
detalles que solo las amigas, los amigos, la familia y algunas personas
especiales, que en nuestra vida se cruzan, nos pueden regalar.
Hace tiempo, escribí un cuento llamado “La princesita de los zapatos viajeros”, para una amiga, aunque ahora también podría llamarse: “Cuando
Isella descubrió que tenía unos zapatos viajeros”. Sea como sea, algún día os
lo enseñaré…
De momento, estaré muy ocupada llenando mi maleta de sueños,
puesto que si algún día me voy, que como todos me iré, espero tenerla bien
llena…
¡Feliz Navidad!
Ángeles Marto.
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