En la
vida de las personas siempre se suelen recordar sus grandes actos, el momento puntual en el
que se hicieron leyenda. Pero nadie recuerda lo pequeños detalles de sus vidas, los matices que construían sus días y que los convertían realmente en lo que
eran. Si saludaban al vecino, si sonreían cuando regaban sus flores o si simplemente eran felices detrás
del telón.
Los
pequeños detalles de la vida son los instantes en los que a nuestro lado pasa
algo maravilloso. Unas veces sabemos apreciarlo, lo disfrutamos y nos
maravillamos con esa magia efímera que posee ese rápido instante, mientras que otras veces, estamos
tan preocupados o tristes por algo, que pasan inadvertidos.
Una de
mis citas favoritas es esta de Anatole France: “Si exageráramos nuestras alegrías como exageramos nuestras tristezas
nuestros problemas perderían importancia”.
Y pienso que es verdad, por eso deberíamos
parar cada día a saborear esos pequeños instantes de felicidad que aparecen
fugaces en nuestras vidas, las sonrisas de nuestros amigos cuando nos ven, los
gestos cómplices de quien amamos, ese nuevo perfume que nos hemos comprado…
En todos
ellos hay algo delicado que contiene en sí los matices de lo único, por eso
estas navidades os dejo una pequeña manualidad para hacer.
En
navidad celebramos las comidas y cenas más especiales del año, por tanto, como
vistamos nuestra mesa cobra especial importancia. La manualidad que os propongo
es muy sencilla, consiste en hacer con rollos de cartón, unos servilleteros
navideños.
Necesitaremos:
-
un rollo de cartón
-
unas
cintas y silicona
-
abalorios
Cortamos
el rollo cada 6 centímetros aproximadamente, haciendo tantos trozos como
servilleteros queramos. Después envolvemos cada trozo de cartón con la cinta recubriéndolo
totalmente y la fijamos con un poco de silicona. Por último pegamos los abalorios
en el servilletero y ¡voilá terminado!
“Todo lo que el hombre
siente profundamente o imagina claramente queda impreso en el subconsciente y
se manifiesta en los menores detalles”. Florence Scovel