Hay
días en los que pararse a meditar sobre que nos depara el futuro puede ser una
verdadera locura, comienza el sueño, estrés y las miradas cómplices en la biblioteca.
Este mes es para mí y para muchos otros, él que suele decidir parte de los
venideros, ahora y no antes, es cuando verdaderamente añoramos el sol del verano y su
falta de responsabilidad. La nieve esta próxima a caer y buscamos el calor para
sentirnos un poco reconfortados.
Mis mañanas están rodeadas de apuntes, café e Indie,
busco las letras de las canciones que me llenan porque en estos días de nervios y horas
a contrarreloj, las siento como un pequeño escape a esta locura.
Y pienso que nuestra
vida esta construida con las palabras, las nuestras y las de otros, las que escuchamos
y las que no.
La música es el acompañante perfecto a ellas, las envuelve
con su magia y las hace adherirse a nosotros como parte de nuestra vida. Siempre
que las hemos necesitado, los acordes han sonado tantas veces como hemos querido, la variedad nos enriquece y nos hace libres de
poder elegir la banda sonora de nuestra
vida.
Oscar Wilde dijo una vez: “El arte de la música es el que
más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos”. Pero se le olvido decir
que también es la mejor píldora contra los días grises.
Mucho ánimo.
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